Cinco dirigentes de administraciones progresistas de América Latina y Europa se congregaron en Santiago de Chile durante una reunión de alto nivel enfocada en proteger la democracia ante los crecientes retos que enfrenta la región. La actividad, llevada a cabo en el Palacio de La Moneda, representó un momento simbólico al tener lugar en el mismo sitio donde, hace más de cincuenta años, ocurrió el golpe militar que derrocó al presidente Salvador Allende.
A lo largo del día, los líderes de Chile, Brasil, Colombia, Uruguay, y el presidente del gobierno español, junto con delegados de entidades sociales, académicas y culturales, discutieron asuntos como la desinformación, la incitación al odio y la judicialización de la política, situaciones que —según indicaron— ponen en riesgo la estabilidad de las instituciones, minan la confianza de los ciudadanos y fragilizan los sistemas democráticos.
El evento culminó con el destacado anuncio de una coalición global destinada a proteger la democracia, en un entorno influenciado por el auge de prácticas autoritarias, la utilización de herramientas digitales para influir en la opinión común y el incremento de la división política en diversas naciones. La propuesta busca establecerse como un foro continuo de colaboración para abordar de manera colectiva estos retos.
Un tema clave en la conversación fue la propagación sistemática de noticias engañosas, especialmente mediante plataformas sociales, y su influencia en las elecciones y la discusión pública. Los líderes acordaron que la desinformación no solo confunde la realidad, sino que también crea un ambiente hostil que incentiva el ascenso de liderazgos extremistas y socava el Estado de derecho.
Otro de los temas tratados fue el fenómeno conocido como «lawfare» o la judicialización de la política, refiriéndose al uso del sistema judicial para perseguir y desprestigiar a líderes políticos a través de procesos legales sin base sólida o que obedecen a intereses partidistas. Se señaló que esta práctica socava la voluntad del pueblo expresada en las elecciones y amenaza la legitimidad de los gobiernos electos democráticamente.
En esta línea, los líderes renovaron su compromiso de salvaguardar el sufragio ciudadano, asegurar la autonomía de los poderes estatales y proteger los derechos civiles y políticos. Asimismo, se comprometieron a fomentar mecanismos de colaboración en temas de observación electoral, claridad institucional y el apoyo a los medios de comunicación públicos.
Durante el encuentro, se destacó la necesidad de construir una narrativa positiva en defensa de los valores democráticos, frente al avance de discursos que promueven la intolerancia, la xenofobia y el autoritarismo. Para ello, se propuso una estrategia comunicacional conjunta que contrarreste la propagación de odio y promueva una cultura política basada en la inclusión, la verdad y la participación ciudadana.
El encuentro también fue aprovechado para reflexionar sobre el papel de los gobiernos progresistas en un escenario global complejo, atravesado por crisis económicas, migratorias, climáticas y de gobernabilidad. Los mandatarios coincidieron en que la región debe responder a estos desafíos desde una perspectiva de justicia social, integración regional y defensa de los derechos humanos.
A la par del componente político, el evento tuvo una carga simbólica importante. La elección del Palacio de La Moneda como sede del encuentro no fue casual: se trató de una reivindicación de la memoria histórica y un gesto de respeto hacia quienes lucharon por la democracia en tiempos de dictadura. La jornada incluyó también actividades culturales y homenajes a figuras emblemáticas de la resistencia democrática en América Latina.
El evento concluyó con una declaración conjunta en la que los líderes reafirmaron su intención de seguir colaborando en una agenda compartida que fomente una democracia sólida, participativa y resistente. También se comprometieron a crear un sistema de monitoreo y coordinación continua, con el propósito de convertir esta asociación en un medio eficaz para abordar los retos actuales y futuros.
Con este gesto, los líderes progresistas enviaron un mensaje claro: ante las amenazas actuales, la unidad regional y la acción colectiva son fundamentales para garantizar que la democracia no solo se conserve, sino que se profundice.