Qué errores suelen cometerse al manejar el dinero

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Gestionar las finanzas de manera efectiva es una destreza crucial para personas, familias y negocios. No obstante, se repiten fallos que complican el equilibrio económico y el desarrollo de un porvenir estable. A continuación, describimos los errores más comunes, junto con casos reales y sugerencias prácticas para reconocerlos y solventarlos.

No definir un presupuesto específico

Un error común es no tener un presupuesto claramente establecido. Muchas personas no saben exactamente cuánto ganan en comparación con lo que gastan mensualmente, lo que dificulta adoptar decisiones financieras prudentes. Por ejemplo, el Banco de España informa que casi el 40% de las familias reconoce no llevar ningún tipo de supervisión de sus gastos cada mes.

La falta de un presupuesto puede llevar a situaciones como gastar sin darse cuenta en pequeñas compras cotidianas, que, acumuladas, suman una cantidad significativa al cierre del mes. Hacer un presupuesto no necesita fórmulas complicadas; solo se necesita enumerar ingresos, gastos fijos y variables, y ajustar hábitos según los resultados.

Confundir necesidades con deseos

El impacto del consumismo y la influencia social frecuentemente hace que se prioricen anhelos por encima de necesidades esenciales. En tiempos de redes sociales, donde se muestran estilos de vida que generan expectativas irreales, es habitual realizar adquisiciones impulsivas. Un ejemplo típico es el del joven trabajador que, presionado por su ambiente profesional, elige financiar un automóvil más caro de lo que su presupuesto le permite.

Entender la distinción entre lo esencial y lo suplementario precisa de un conocimiento de uno mismo y una evaluación franca de la situación económica personal. Cuestionarse antes de cada adquisición si es vital o si es simplemente un capricho temporal puede tener un impacto significativo a lo largo del tiempo.

No reservar fondos de forma constante

El guardar dinero a menudo se ve como un privilegio en lugar de una responsabilidad. De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística, el 38% de los ciudadanos españoles asegura que no puede ahorrar nada. No reservar una parte de los ingresos para el ahorro, aunque sea pequeña, provoca una situación vulnerable ante sorpresas y complica la organización de objetivos a futuro.

Existen múltiples métodos para incentivar el hábito de ahorrar. Uno de los más efectivos es el sistema de “págate a ti primero”, que consiste en separar el ahorro antes de realizar cualquier otro gasto. Además, automatizar transferencias mensuales hacia una cuenta de ahorro puede convertir este ejercicio en una rutina sencilla y sin esfuerzo.

Uso excesivo del crédito y endeudamiento irresponsable

El acceso a tarjetas de crédito y préstamos rápidos ha aumentado notablemente en las últimas décadas, facilitando compras inmediatas sin considerar la capacidad real de pago. El informe anual de la Asociación Española de Banca evidenció que el 20% de los usuarios de crédito desconoce los intereses que paga por usos aplazados.

El endeudamiento irresponsable suele comenzar con saldos pequeños, como aplazar el pago de una compra por “comodidad”, pero puede escalar rápidamente si se convierte en hábito. Además, ignorar el coste real de los intereses lleva a pagar mucho más de lo inicialmente previsto, afectando seriamente la economía personal.

No prepararse para situaciones de emergencia

Otro error común es la ausencia de un fondo de emergencias. Muchas personas dependen exclusivamente de sus ingresos mensuales para cubrir cualquier eventualidad, desde una avería en el hogar hasta problemas de salud. No contar con un colchón financiero obliga a recurrir a préstamos de último momento, empeorando la situación.

Los especialistas sugieren reservar entre tres y seis meses de coste básico en un fondo de emergencia. Por ejemplo, una familia que tiene gastos mensuales esenciales de 1.200 euros debería tener un fondo de al menos 3.600 a 7.200 euros para estar financieramente segura ante situaciones inesperadas.

Carencia de educación financiera y ausencia de capacitación

El desconocimiento en materia de finanzas es generalizado y repercute en personas de todas las edades. Numerosos individuos toman decisiones económicas cruciales, como adquirir una hipoteca o colocar sus ahorros, sin entender completamente las condiciones o el alcance de los servicios que están utilizando. Esto incrementa la posibilidad de ser víctimas de fraudes, pagar tarifas desmesuradas o seleccionar opciones que no se ajustan a sus necesidades.

En consecuencia, ciertas instituciones educativas y bancos han empezado a proporcionar cursos básicos de educación financiera para personas de distintas edades. Dedicando unas pocas horas cada mes a estudiar sobre finanzas, buscar consejo de un asesor confiable o aprender sobre temas como inversiones, interés compuesto o riesgos, es posible lograr mejoras significativas y duraderas.

No establecer objetivos financieros claros

Otras personas fallan en su administración financiera por no tener metas claras. Si no existe un propósito específico (adquirir una casa, iniciar un negocio, ir de viaje, garantizar el retiro), se pierde la atención y la motivación esencial para sostener prácticas saludables con respecto al dinero.

Definir objetivos implica ser específico. Por ejemplo: “quiero ahorrar 10.000 euros en los próximos tres años para la entrada de una vivienda”. Una meta así abre la puerta a elaborar un plan, medir avances y realizar ajustes en la estrategia cuando sea necesario.

Descuidar la planificación a largo plazo

Finalmente, no tener en cuenta la relevancia del largo plazo perjudica la estabilidad financiera. Numerosas personas se centran en el presente sin reflexionar que la longevidad está en ascenso y que el sistema de jubilaciones enfrenta desafíos importantes. No planificar para el retiro y carecer de una diversificación en las fuentes de ingresos lleva a escenarios vulnerables en la tercera edad.

Planificar a largo plazo significa integrar hábitos de inversión, protección patrimonial y previsión en cada etapa vital, para disfrutar de tranquilidad tanto en etapas productivas como en la jubilación.

Una mirada integral para mejorar la gestión financiera

Errar en la administración del dinero es una experiencia común, pero evitar los desaciertos más habituales está al alcance de cualquier persona informada y disciplinada. La clave reside en fortalecer la educación financiera, definir metas realistas, establecer presupuestos y desarrollar el hábito de la previsión. Adoptar una actitud reflexiva, entender el valor del dinero y anticipar posibles imprevistos permite transformar la relación con las finanzas personales y encaminarse hacia el bienestar económico sostenible.

Por: Pedro Alfonso Quintero J.

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